En el lado Este de la ciudad, pegado al mar, hay un pequeño campo de golf en el que un mínimo de 7 lechuzas campestres ha decidido asentarse. Algo que jamás me habría imaginado; hemos tenido alguna el año pasado migrando o vista fugazmente, pero nada como esto.
Este año parece que ha sido muy bueno para ellas, tal vez ha sido un buen año de cría pero un invierno pobre en comida, haciendo que se muevan a nuestras latitudes. Son aves que normalmente se ven solitariamente patrullando campos y cultivos en busca de algo que llevarse a la boca, no en grupos como este cazando y durmiendo juntas.
Cuando digo que están en la ciudad, están en la ciudad...
Ayer pasé un total de 6h viéndolas entre la mañana y la tarde, viendo todos sus comportamientos; luchando con ratoneros y entre ellas, escondiéndose, cazando, descansando...
Por la mañana la luz no era muy buena aunque sí que pude hacer un par de fotos mientras estaban posadas. Esta ha sido la primera vez que las he visto durante tanto tiempo y tan cerca. En el pasado he visto alguna en Extremadura y Noruega, pero de lejos y bastante fugaz.
Por la tarde volví con Alex y nos pusimos las botas nada más llegar. El sol ofrece una luz preciosa ahora en diciembre porque siempre está muy bajo sobre el horizonte.
También localizamos alguna que otra posada en los postes de las vallas. Hay mucha variación en el plumaje, desde muy pálidas, casi pareciendo lechuzas comunes, hasta muy oscuras.
Pero el mejor momento llegó cuando dimos con un individuo que nos debía estar tomando el pelo. Tenía su pequeño territorio de caza y se nos puso a cazar entre 5-10m de nosotros, dejándose caer sobre su presa pies y cabeza primero. La vimos coger un par de topillos, pero estaba haciendo lances cada 10-20 segundos. Increíble cuando se quedaba en el suelo a pocos metros de nosotros...
Y volando sobre nuestras cabezas mientras escaneaba el suelo en busca de esos topillos.
Son sorprendentemente compactas y pequeñas, los que las hace aún más especiales para mí. Incluso son más bajitas que una corneja.
Para terminar esta entrada, el momento cumbre. Esta lechuza que nos estaba dando tanto juego pasó ya a tomarnos el pelo. Decidió posarse en un poste cerca de donde estábamos nostros y al final estábamos a solo 6,5 metros de ella (medido ehh!). En estos momentos la mitad del tiempo te la pasas haciendo fotos y la otra mitad pasmado ante su belleza, simplemente mirándola sin necesidad de prismáticos.
Yo creo que a un pajarero se le conceden un número limitado de experiencias pajariles increíbles y, para mí, esta ha sido una de ellas.
English translation of the text:
SEVEN SHORT EARED OWLS IN ABERDEEN CITY!
On the eastern side of Aberdeen city, hard by the sea, there’s
a small golfcourse where at least 7 Short-Eared Owls have decided to set up
shop. Something I would never have dreamt of. I’ve seen these birds in the past
on passage or brief glimpses in winter but never anything like this before.
This seems to be a good year for this bird. Maybe they’ve
had a good breeding summer but a food-poor winter and have had to come down to
our latitude. They’re normally seen as singletons quartering farm fields in
search of a quick snack but not in groups like this hunting and roosting
together.
And when I say “in the city”, I mean “in the city”, as you
can see from the second shot of the bird flying against the backdrop of a block
of flats.
Yesterday I spent a total of 6 hours in the morning and
afternoon watching them and enjoying their whole range of behaviour: scrapping
with buzzards and with each other, hiding, hunting, resting on the ground...
In the morning the light was pretty poor, just good enough
for some shots of them perched. This is the first time I’ve ever seen them
close up. In the past I’ve seen them in Extremadura and Norway but always
fleeting and far off.
In the afternoon I went back to the golfcourse with my mate Alex
and we filled our boots. The light was perfect by now with the low December sun
side-lighting the scene.
We also found a few perched on fence posts. Their plumage is
pretty variable, ranging from almost Barn-Owl pale to pretty dark.
But the best moment was when we came across a bird that seemed
to be taking the mickey. It had its own small hunting patch and happily
quartered it up and down only 5-10 m away from us, dropping on its prey head and
talons first. We saw it catch a couple of voles but it was dropping down to the
ground every 10-20 seconds. Incredible when it landed on the ground only a few
metres away. It also flew right over our heads in search of these voles.
They’re quite surprisingly small and compact, making them
even more special for me. You can see in one photo that they’re even squatter
than a Carrion Crow.
To wind up this post, the culminating moment. The bird that
had been taking the mickey decided to perch on a fence post only 6. 5 metres
away, and I don’t exaggerate, as you can see from the photo Alex took of me and
the bird together. At these moments you spend half the time taking photos and the
other half just soaking up the beauty of this wild bird perched so close, even
without the need for binoculars.
I reckon any birder is blessed with a few red-letter days in
his life, and this was certainly one of mine.